viernes, 26 de junio de 2015

||<< Mueve tus alas >>||

(Por Telma Céspedes).
☆ Leer: 1 Corintios 15:58 ☆

Era una tranquila noche de luna llena y cielo estrellado y al caminar por el parque, pude observar los diferentes arbustos, en uno de ellos pude ver una colmena.

Se oía un extraño zumbido que venía desde dentro de la misma, persistente, parecido al sonido del mar, aumentaba y disminuía alternativamente.

Al hablar con un apicultor, pude entender que ese misterioso sonido, provenía de las abejas abanicadoras, su tarea consiste en sacar el aire enrarecido por una de las aberturas, mientras introducen aire fresco por otra, de tal manera logran que la colmena permanezca agradable y fresca.

Entonces, el apicultor, se acercó a la colmena, con una vela encendida, pero la luz enseguida se apagó por la fuerte corriente de aire.

Aquellas pequeñísimas alas de abeja, movidas al unísono y velozmente, eran capaces de producir una corriente suficientemente fuerte como para apagar instantáneamente la luz de la vela.

El viejo apicultor dijo:
- Las abanicadoras están sacando el aire malo para dejar entrar el aire puro.

Al reflexionar en esto, pensé que es así como debiéramos actuar los hijos de Dios, si tuviéramos suficientes "abanicadores" que fueran tan fieles en su trabajo como las abejas en el suyo, la gran colmena del mundo se pondría mucho más agradable y fresca.

Si fuéramos capaces de trabajar en acuerdo y al unísono, seguramente lograríamos, el mismo efecto refrescante y purificador para el mundo.

La gente está llena de buenos deseos: algunos desean trabajar, pero otros tratan de no involucrarse en ninguna tarea.

Dios nos dio talentos, dones, mucha capacidad para poner en práctica.

No esperemos una voz audible para poner manos a la obra, Dios ya nos dio una misión en el mundo.

Solo debemos dejarnos usar, trabajar, servir y ser esa parte del cuerpo de Cristo dispuesta a refrescar y dar lo bueno.

Te animo a que hoy te sumes al ejército de abanicadores, que puedas purificar y refrescar el aire del lugar donde te desempeñas, ya sea hogar, trabajo, Iglesia, círculo de amigos, entonces serás tú quien deseche lo malo y transmita frutos de amor para todos los que te rodean.

Decídete hoy mismo a hacerlo, fuiste creado con un plan perfecto y especifico.

“Así que, hermanos míos amados, estad firmes y constantes, creciendo en la obra del Señor siempre, sabiendo que vuestro trabajo en el Señor no es en vano.”
- 1 Corintios 15:58.-

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||<< ¿Tu también has sido hecho semejante a nosotros? >>||

(Lecturas: Charles H. Spurgeon)
☆ Leer: Isaías 14:10 ☆

¿Cuál será la sentencia del cristiano apóstata cuando su alma comparezca delante de Dios?

¿Cómo soportará aquella voz que le dice: "Apártate de mi, maldito; tú me has rechazado, y ahora yo te rechazo a ti; has hecho el papel del adúltero apartándote de mi; yo también te he apartado de mi presencia para siempre y no tendré de ti misericordia".

¿Cuál será la vergüenza de este infeliz en el gran día final cuando, delante de las multitudes reunidas, sean desenmascarados los apóstatas?

Mira como los profanos y los pecadores, que nunca profesaron religión alguna, se levantan de sus lechos de fuego para señalarlo.

"Aquí está aquel", dice uno: ¿habrá venido al infierno a predicar el Evangelio?"

"Aquí esta aquél, dice otro: "me reprendía porque yo blasfemaba pero, por lo visto, resultó ser un hipócrita".

"¡Ajá!, dice otro: aquí viene uno que cantaba himnos, uno que estaba siempre en las reuniones, uno que se jactaba siempre de estar seguro de la vida eterna, ¡y ahora está aquí!"

Nunca los atormentadores satánicos demostrarán más avidez, que en el día cuando los demonios conduzcan al hipócrita a la perdición.

Bunyan describe esto con admirable y pavorosa elevación poética cuando habla del camino al infierno.

Siete demonios ataron al infeliz con nueve cuerdas, y lo arrastraron fuera del camino que conduce al cielo, en el cual profesaba andar, y lo arrojaron al infierno.

¡Ten cuidado, hermano, de ese camino al infierno!

"Examinaos a vosotros mismos si estáis en fe".

Considera bien tu condición; mira si estás o no en Cristo.

Es la cosa mas fácil del mundo ser indulgentes cuando nos juzgamos a nosotros mismos; pero te ruego que en esto seas justo y leal.

Sé justo en todo, pero sé riguroso contigo mismo.

Ten presente que si no estás edificando sobre una roca, será grande la ruina cuando la casa caiga.

Que el Señor te de sinceridad, constancia y firmeza.

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