viernes, 17 de julio de 2015

||<< La Prisión >>||

(Por Ana María Frege Issa)
☆ Leer: Filipenses 3:12 -14 ☆

Dos hombres habían compartido una condena injusta durante largo tiempo. 

En la prisión recibieron todo tipo de maltratos y humillaciones.

Una vez libres, volvieron a verse años después.

Uno de ellos preguntó al otro:
- ¿Alguna vez te acuerdas de los carceleros?
- No, gracias a Dios ya lo olvidé todo – contestó- ¿Y tú?
- Yo continúo odiándolos con todas mis fuerzas – respondió el otro.

Su amigo lo miró unos instantes, luego dijo: Lo siento por ti. Si eso es así, significa que aún te tienen preso.

Muchas veces pasamos por situaciones en nuestra vida que han sido dolorosas, pueden haber sido muy largas o breves pero nos dejaron marcados.

Sin importar lo que haya sido, hay ocasiones que, como el prisionero, aunque ya pasó ese momento de dolor, esa prueba, nos mantenemos dentro de esa prisión.

Aparentemente somos libres pero el recuerdo nos mantiene prisioneros y no nos permite disfrutar de la libertad que nos ha sido dada.

Tal vez hay gente a la que no has podido perdonar o posiblemente no has podido perdonarte por algo que hiciste y aún ahora, aunque ha pasado mucho tiempo, el recuerdo de aquellos momentos te llena de odio, de tristeza, de rabia o impotencia.

Sin importar lo que haya pasado, te animo a perdonar y seguir adelante.

Recuerda lo que Pablo les dijo a los Filipenses:

“No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por Cristo Jesús. Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado; pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y extendiéndome a lo que está delante, prosigo a la meta, al premio del supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús”
- Filipenses 3:12 -14.-

No te detengas, sigue adelante!!.
Que los recuerdos no te impidan seguir.

Si ya pediste perdón por algo que hiciste y perdonaste a quien te hirió, sigue adelante.

Que el recuerdo de esos momentos no te traigan dolor, sino que te animen a seguir sabiendo de dónde te sacó Dios y recordando que tiene un propósito especial para tu vida.

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||<< Nombre propio >>||

(Por Bill Crowder)
☆ Leer: Mateo 1:18-25 ☆
"… llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados" (v. 21).

La mayoría de las familias tiene sus historias.

En la mía, se trata de cómo decidieron qué nombre ponerme.

Al parecer, en los primeros tiempos de casados, mis padres no se ponían de acuerdo sobre cómo llamar a su primer hijo.

Mi madre quería un varón con el nombre de mi padre, pero a él no le gustaba la idea.

Después de mucho debate, acordaron que, solo si el bebé nacía el día de su cumpleaños (de mi padre) , se llamaría como él.

Aunque no lo crean, nací el día del cumpleaños de mi padre. Por eso, me agregaron al final «Junior».

Ponerles nombre a los hijos es algo que ha existido desde que se creó el mundo. 

Mientras José luchaba con la noticia de que María, su novia, estaba embarazada, un ángel le aclaró lo que el Padre decía sobre el nombre del Bebé: «Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque él salvará a su pueblo de sus pecados» (Mateo 1:21).

Su nombre no solo sería Jesús, sino que también explicaría la razón de su venida al mundo: cargar sobre sí el castigo que nosotros merecíamos por nuestro pecado.

Su propósito redentor está perfectamente expresado en el Nombre que le pusieron, y que es sobre todo otro nombre.

¡Que el deseo de nuestro corazón sea vivir de un modo que honre su maravilloso nombre!

● Abba. Padre. Gracias por enviar a tu Hijo para rescatarnos del pecado y así podernos unir a ti.

>> Jesús: su nombre y su misión son una misma cosa.

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