jueves, 6 de agosto de 2015

||>> Un corredor de Fe.

(Por Silvia Sanchez)
☆ Leer: 1 Cor. 9:24-25 ☆

Hablando del ambiente olímpico, me encontré con gratas noticias al conocer a deportistas que no sólo destacan por sus capacidades físicas, sino también manifiestan otras virtudes.

Por ejemplo, está Ryan Hall, de 29 años, quien con toda naturalidad ha mostrado su fe. Él es el corredor de distancia más rápido de la delegación estadounidense de los Juegos Olímpicos en Londres.

Ha declarado que todo se lo debe a su entrenador omnipresente, quien ha estado con él en cada paso del camino: “Seré directo; mi entrenador es Dios”, dijo a la entrevistadora de CNN.

El año pasado, después de terminar en segundo lugar en el campeonato anual de medio maratón, le pidieron a Hall hacerse una prueba antidoping de rutina, y llenar un cuestionario.

Había un espacio para el nombre de su entrenador: “Vi la línea en blanco, decía que anotáramos el nombre de nuestro entrenador, y dije, ‘Bueno, tú sabes que tengo que ser honesto’. Escribí ‘Dios’ entonces”. Eso originó ciertas controversias.

Él llama a su método: el “entrenamiento basado en la fe”. Mientras corre, ora. Por ahora parece funcionar.

Hall es el corredor de distancia clasificado en primer lugar en Estados Unidos.

El Maratón de Boston del 2011 fue su mejor carrera personal, con un increíble tiempo de 2 horas 4 minutos y 58 segundos.

Sabe que podría encontrarse con escépticos de su preparación basada en la fe, pero afirma: “Amo a los escépticos y Dios ama a los escépticos; está bien que la gente no esté de acuerdo”.

Para Hall, correr consiste en una experiencia de paz y alegría.

Dice que en el pasado alguna vez culpó a Dios por un fracaso, pero eso ya cambió: “No creo que Dios sea el causante de que yo fracase en las carreras”, explicó.

Si no obtiene los resultados que espera, no culpará a Dios: “Las medallas son cosas que me encantaría alcanzar, pero todo eso es como el betún del pastel”, dice Hall.

Le preguntaron cómo se entrena: Todos los días yo le pregunto: ¿qué quieres que haga?. Es gracioso porque siento que Él me dice ¿qué quieres hacer tú?

Así que las cosas de Dios son muy frescas para mi… 

Corro dos veces al día, seis días a la semana, descanso un día porque una de las cosas que me guía es la Biblia; yo aplico muchas de las cosas que Dios me señala en la Biblia”

Por último le preguntaron si creía que ahora que Dios era su entrenador le iba a ayudar a mejorar.

Ryan contestó que sí. Que es más importante el corazón que pones, “que cuando tienes un corazón puro y estás conectado con Dios eso libera la presión… lo cual me ayuda a correr más rápido…

Creo que cuando uno está sintonizado espiritualmente, también lo está físicamente porque nuestro ser físico y espiritual está conectado… entrenamos siempre lo físico y lo emocional pero lo espiritual lo dejamos de lado.

Pero cuando tenemos todo sintonizado cosas bellas suceden.

Este corredor nos recuerda las palabras de Pablo, hablando de las competencias que nos conviene tener presentes:

"¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos, sin duda, corren, pero uno solo recibe el premio? Corred de tal modo que lo alcancéis. Todo el que toma parte en el certamen atlético se abstiene de todo; y ellos para alcanzar una corona corruptible; nosotros, en cambio, una incorruptible”.
- 1 Cor. 9:24-25.-
 
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||>> Maestro de ajedrez.

(Por Philip Yancey)
☆ Leer: Romanos 8:18-25 ☆
"… según su promesa, nosotros esperamos nuevos cielos y nueva tierra…".
- 2 Pedro 3:13.-

En la escuela secundaria, estaba orgulloso de mi talento para jugar al ajedrez. 

Me uní al club de ajedrecistas; y, en cada tiempo libre, leía detenidamente libros clásicos sobre distintas jugadas.

Estudié técnicas, gané la mayoría de las partidas.

Luego dejé de jugar durante 20 años.

Después, conocí a un ajedrecista realmente bueno, quien había seguido perfeccionando su juego, y descubrí cómo es jugar contra un maestro.

Aunque yo tenía libertad de hacer cualquier movimiento, ninguna de mis estrategias importó mucho, ya que su superioridad garantizaba que todas sirvieran siempre a su objetivo.

Quizá esto describa nuestra condición espiritual.

Dios nos da libertad para rebelarnos contra su diseño original, pero, aunque lo hagamos, terminaremos sirviendo a su meta final de restauración (Romanos 8:21; 2 Pedro 3:13; Apocalipsis 21:1).

Esto ha transformado mi manera de ver las cosas buenas y las malas.

Las buenas, como la salud, los talentos y el dinero, pueden presentarse a Dios como ofrendas para servir a sus propósitos.

Y las malas, como las discapacidades, la pobreza, la disfunción familiar y el fracaso, pueden convertirse en instrumentos que me acerquen a Él.

Con el Gran Maestro, la victoria está asegurada, al margen de lo que esté sobre el tablero de la vida.

● Abba. Padre. Ayúdame a confiar en tu buen corazón.

>> Cuando no podamos ver la mano de Dios, confiemos en su corazón.

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