martes, 30 de junio de 2015

||<< La hipocresía de decir amar a Dios y despreciar a tu hermano >>||

(por Enrique Monterroza)
☆ Leer: 1 Juan 4:20-21 (NTV) ☆

Es increíble la forma en la que muchos “cristianos” actúan frente a aquel que ha fallado o pecado.

Es increíble la facilidad con la que juzgamos y enjuiciamos y lo tardos que somos para ayudar y restaurar.

Puedo ver hoy en día cómo se nos hace fácil criticar duramente al que ha cometido un error, pero al mismo tiempo noto la falta de disposición que hay en nosotros de restaurar al caído.

Muchos decimos amar a Dios, pero despreciamos a los que “han pecado”, cómo que si nosotros no pecáramos también.

A veces pareciera que algunos de nosotros estuviéramos en una burbuja en donde el pecado no puede alcanzarnos, cuando la realidad es que todos pecamos de diferentes formas.

Nosotros juzgamos al adultero, pero no nos damos cuenta que con el simple hecho de desear la mujer que no es tu esposa ya estás adulterando, y eso lo dijo Jesús no lo digo yo, el dijo:

“Pero yo os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón.”
- Mateo 5:27-28 (RV1960).-

Y es que somos buenos para señalar los pecados de los demás cuando nosotros somos también participes de algunos otros.

Por ejemplo hay gente que se enorgullece de no pecar, pero practican la mentira y cuando digo mentira hablo de cualquier clase de mentira, no la escalonemos, porque cometemos el error de decir cual si es mentira y cual no es mentira, o cual una mentira pequeña o cual es una grande, yo considero que para Dios mentira es mentira ni importando como la cataloguemos nosotros.

¿Qué dice la Biblia sobre los mentirosos?

“Pero a los cobardes, a los que no confíen en mí, a los que hagan cosas terribles que no me agradan, a los que hayan matado a otros, a los que tengan relaciones sexuales prohibidas, a los que practiquen la brujería, a los que adoren dioses falsos, y a los mentirosos, los lanzaré al lago donde el azufre arde en llamas; y allí se quedarán, separados de mí para siempre.”
- Apocalipsis 21:8 (TLA).-

Es una lista de cosas que muchos hacen o hemos hecho y de no arrepentirnos genuinamente para buscar a Dios tendremos ese fin.

Decir amar a Dios y no amarnos entre nosotros es una de las más grandes hipocresías y la hipocresía tiene que ver con la mentira, por eso la Biblia dice:

“Si alguien dice: «Amo a Dios» pero odia a un hermano en Cristo, esa persona es mentirosa pues, si no amamos a quienes podemos ver, ¿cómo vamos a amar a Dios, a quien no podemos ver? Y él nos ha dado el siguiente mandato: los que aman a Dios amen también a sus hermanos en Cristo.”
- 1 Juan 4:20-21 (NTV).-

Hoy quiero invitarte a mostrar compasión por tu hermano, por tu mismo cuerpo, porque al fin y al cabo somos un mismo cuerpo en Cristo, si tu no muestras compasión por tu propio cuerpo te estarás haciendo daño tu mismo, por eso te invito a mostrar compasión por los débiles, por los que caen, por los que tienen cualquier clase de atadura que los hace ser inconstantes, lejos de juzgarlos, apartarlo o menospreciarlos.

Hoy te invito a que le extiendas tu mano cuantas veces sea posible, pues esa persona está muy necesitada de Dios y el Señor puede transformarlos.

Quizá tu digas o pienses que estas cansado de esa persona que falla constantemente, quizá te parece que él o ella ya no se merece otra oportunidad, pero esa decisión no te corresponde a ti, Dios ve a esa persona con los mismos ojos de amor con los que te ve a ti y por ello tú que amas a Dios, tú tarea es ayudar, restaurar y no sepultar a los que caen.

Pedro le hizo una pregunta a Jesús:

“Entonces Pedro se acercó a Jesús y le preguntó: —Señor, si un miembro de la iglesia me hace algo malo, ¿cuántas veces debo perdonarlo? ¿Sólo siete veces? Jesús le contestó: —No basta con perdonar al hermano sólo siete veces. Hay que perdonarlo una y otra vez; es decir, siempre.”
- Mateo 18:21-22 (TLA).-

Quizá esa persona se ha aprovechado de tu confianza o de tu compasión hacia él o ella, sin embargo, tu has sido llamado a perdonar y ayudar a esas personas, muestra el amor que tienes hacia Dios ayudando siempre a los que lo necesiten.

Si realmente amas a Dios, también trataras de amar a tu hermano, no importa que éste no sea como tú quieres que sea, no importa si éste no hace lo que tu quieres que haga, pues esa persona sigue siendo amada por Dios y Dios quiere restaurarla y tú eres el medio que Dios usará para eso.

¡Ve y ama a tu prójimo así como te amas tu mismo!

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