lunes, 3 de agosto de 2015
||>> El buen corazón de Dios.
||>> Águila sin plumas.
☆ Lectura: Jeremías 49-51 ☆
Cierto día un hombre capturó a un águila, le cortó las plumas de sus alas y la soltó en el corral junto con todas sus gallinas.
Apenada, el águila, quien fuera poderosa, bajaba la cabeza y pasaba sin comer: se sentía como una reina encarcelada.
Pasó otro hombre que la vio, le gustó y decidió comprarla.
Le curó las alas y sus plumas con el tiempo y cuidados crecieron de nuevo.
Al verse nuevamente con sus alas, alzó vuelo, apresó a una liebre para llevársela en agradecimiento a su liberador.
La vio una zorra y le aconsejó diciéndole: No le lleves la liebre al que te liberó, sino al que te capturó; pues el que te liberó ya es bueno sin más estímulo.
Procura más bien ablandar al otro, no vaya a atraparte de nuevo y te arranque completamente las alas.
Siempre es bueno corresponder generosamente a tus bienhechores, y por prudencia mantenerse alejado de los malvados que viven haciendo lo incorrecto.
Pero también hay cierto grado de mérito en responder con generosidad aún a aquellos que nos hacen mal.
El Señor Jesús aconsejó devolver bien por mal a aquellos que nos ultrajan y nos aborrecen.
También declara la Biblia que la blanda respuesta quita la ira y que al que te hiera en una mejilla debes ponerle la otra.
Es entendible que podamos reaccionar de manera incomoda y hasta, tal vez, disgustarnos al oír este razonamiento tan diferente a la lógica del mundo en el que vivimos y que más bien nos mueve a la competencia cruel, a la lucha y la venganza, a defenderse y cuidar mi espacio a cualquier costo.
Pero las reglas de los cielos encausan la conducta humana hacia sus semejantes basada en actitudes altruistas y el perdón, a la paciencia, al amor al prójimo y a considerar a los demás siempre como superiores a mí mismo.
Nunca lo entenderás hasta que no lo pongas en práctica, pero nunca olvides que Aquel que tenía el poder suficiente para vengarse de sus enemigos, los reconcilió en amor en su cuerpo clavado en una cruz y con su sangre los puso en una posición inmejorable para ser amigos de Dios y entre esos perdonados estás tú, si has aceptado Su regalo de salvación.
Con estos capítulos se culmina la parte profética de Jeremías. El profeta continúa profetizando contra los enemigos de Israel.
La venganza es de Dios.
1. Amón era viejo enemigo de Israel como Moab (Jue. 11:4–33), y también proporcionó tropas a Nabucodonosor (2Rey. 24:2).
¿A cuáles naciones o pueblos extiende Dios su juicio? ¿Por qué juzga Dios a otras naciones?
2. ¿Cuántos dioses paganos serán juzgados como protectores inútiles de sus adoradores?
Israel fue tentado a adorar a estos mismos dioses. ¿Por qué crees que cambiarían al Dios verdadero por imágenes?
3. A pesar de que Dios llama a Nabucodonosor su siervo, ¿Por qué Dios ahora juzga tan fuertemente a Babilonia y a Nabucodonosor? ¿Cuál es la frase que describe la medida de su castigo? ¿Qué nación haría esta obra de Dios? (Jeremías profetizó quiénes conquistarían a Babilonia 30 años antes del hecho).
4. ¿Cuáles fueron las instrucciones que Jeremías dio a uno de los cautivos que debía cumplir cuando llegara a Babilonia? ¿Por qué lo hizo así?
Estas profecías fueron escritas no para buscar el arrepentimiento de estas naciones, sino el de Israel. ¿Qué lección aprendes de esto?
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