sábado, 25 de julio de 2015

||<< ¿Las palabras, se las lleva el viento? >>||

(Por Brisna Bustamante S).
☆ Leer: Proverbios 6:2 ☆
"Te has enlazado con las palabras de tu boca, Y has quedado preso en los dichos de tus labios".

Había una vez un hombre que calumnió grandemente a un amigo suyo, todo por la envidia que le tuvo al ver el éxito que éste había alcanzado.

Tiempo después se arrepintió de la ruina que trajo con sus calumnias a ese amigo, y visitó a un hombre muy sabio a quien le dijo:

"Quiero arreglar todo el mal que hice a mi amigo. ¿Cómo puedo hacerlo?", a lo que el hombre respondió: "Toma un saco lleno de plumas ligeras y pequeñas y suéltalas donde vayas".

El hombre muy contento por aquello tan fácil, tomó el saco lleno de plumas y al cabo de un día las había soltado todas.

Volvió donde el sabio y le dijo: "Ya he terminado", a lo que el sabio contestó: "Esa es la parte más fácil. Ahora debes volver a llenar el saco con las mismas plumas que soltaste. Sal a la calle y búscalas".

El hombre se sintió muy triste, pues sabía lo que eso significaba y no pudo juntar casi ninguna.

Al volver, el hombre sabio le dijo: "Así como no pudiste juntar de nuevo las plumas que volaron con el viento, así mismo el mal que hiciste voló de boca en boca y el daño ya está hecho.

Lo único que puedes hacer es pedirle perdón a tu amigo, pues no hay forma de revertir lo que hiciste".

Somos muchas las personas que en algún momento de nuestras vidas, hemos hecho comentarios negativos de nuestros amigos, compañeros de colegio, universidad, trabajo o incluso de nuestros propios familiares.

Este es el mejor día para pedirle perdón a Dios por el mal que hicimos y empezar a cuidar nuestras palabras, porque ellas pueden dar esperanza y aliviar una carga como también pueden ser crueles y causar mucho dolor.

Pidamos cada mañana a Dios que tome control de nuestros pensamientos y sentimientos, de modo que cada palabra que salga de nuestros labios sea de edificación para las personas que nos rodean.

Tengamos presente que cometer errores es de humanos, pero de sabios pedir perdón.

"Mas yo os digo que de toda palabra ociosa que hablen los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio".
- Mateo 12:36.-

=*=

||<< No te calles >>||

(Por Randy Kilgore)
☆ Leer: Lucas 22:54-65 ☆
"… Y Pedro le seguía de lejos (v. 54)".

Cuando escucho historias de jóvenes que han sido acosados socialmente, noto que hay, al menos, dos niveles de daño.

El primero y más evidente surge de la naturaleza malintencionada de quienes los acosan.

Esto es esencialmente terrible. Pero hay otra herida más profunda que puede terminar siendo más dañina que la primera: el silencio de los demás.

Daña al intimidado porque lo abruma que nadie quiera ayudarlo.

A menudo, esto intensifica el descaro y la maldad de los amedrentadores. Y, peor aún, aumenta la vergüenza, el sentimiento de culpa y la soledad de la víctima.

Por eso, es imperativo defender al que sufre y condenar el comportamiento de los agresores (ver Proverbios 31:8a).

Jesús sabe perfectamente lo que se siente al ser acosado y abandonado en el sufrimiento.

Sin causa, lo arrestaron, lo golpearon y se burlaron de Él (Lucas 22:63-65).

Mateo 26:56 declara que «todos los discípulos, dejándole, huyeron». Incluso Pedro, uno de sus amigos más cercanos, negó tres veces conocerlo (Lucas 22:61).

Aunque otros no puedan entender por completo, Jesús sí lo hace.

Cuando veamos que hieren a otros, podemos pedirle al Señor que nos dé valor para hablar sin temor.

● Señor, haznos valientes para defender a los que lo necesitan. Ayúdanos a mostrarles que tú entiendes su dolor y soledad.
Amén!

>> La voz de un creyente valiente, es el eco de la voz de Dios.

=*=