miércoles, 1 de julio de 2015

||<< ¿Imposible? >>||

(Por Telma Céspedes).
☆ Leer: Filipenses 4:13 ☆

Durante una visita al circo se pudo observar a un elefante.

En la función, la enorme bestia hacía despliegue de peso, tamaño y fuerza descomunal, pero después de su actuación y hasta un rato antes de volver al escenario, el elefante quedaba sujeto solemnemente por una cadena que aprisionaba una de sus patas a una pequeña estaca clavada en el suelo, la cual sólo era un minúsculo pedazo de madera apenas enterrado unos centímetros en la tierra.

Y aunque la cadena era gruesa y poderosa, era obvio que ese animal era capaz de arrancar un árbol del suelo con su fuerza y con facilidad arrancaría la estaca y podría huir.

La pregunta era ¿Por qué no huye? Un hombre dijo, no escapa porque está amaestrado y entonces si está amaestrado, ¿por qué lo encadenan?

Con el tiempo y la experiencia se pudo descubrir que el elefante del circo no escapaba porque estuvo atado a una estaca parecida desde que era muy pequeño, el elefantito empujó, tiró y sudó tratando de soltarse, y a pesar de todo su esfuerzo no pudo.

El animal aceptó su impotencia y se resignó a su destino. Jamás intentó poner a prueba su fuerza otra vez.

Y así es; todos tenemos un poco de este elefante: vamos por el mundo atados a cientos de estacas que nos restan libertad.

Vivimos creyendo que demasiadas tareas "no podemos realizar", simplemente porque alguna vez, cuando éramos chiquitos, probamos y no pudimos.

Hicimos entonces lo mismo que el elefante: grabamos en nuestro recuerdo: NO PUDE... NO PUEDO Y NUNCA PODRÉ.

¿Pero cuál es la diferencia ahora?, que Dios a través de su hijo te dio la libertad y quitó la venda de tus ojos, para que puedas ver lo que puedes hacer con su ayuda.

Dios te da las fuerzas para tirar y romper cualquier estaca.

Escapa, quítatela y declara “Todo lo puedo en Cristo que me fortalece”.
- Filipenses 4:13.-

Deja atrás los fracasos, los tropiezos y comienza de nuevo, que si tienes hoy un día más de vida es porque aún existe la oportunidad para lograr lo que sueñas, lo que Dios te mandó hacer y lo que para otras personas es imposible.

Hoy te digo que hagas todo lo posible, que de lo imposible se encargará Dios y lo lograrás.

La única manera de saber, es intentar de nuevo, poniendo en el intento todo tu corazón, tu fe y la fuerza de su amor.

“Si puedes creer, al que cree todo le es posible”.
- Marcos 9:23.-

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||<< En verano y en invierno >>||

(Lecturas: Charles H. Spurgeon)
☆ Leer: Zac. 14:8 ☆

Las corrientes de agua viva que fluyen de Jerusalén no se secaban por los fríos vientos del invierno.

Regocíjate, alma mía, de que hayas sido dejada para testificar de la fidelidad del Señor.

Los tiempos cambian, y tu también cambias, pero tu Señor permanece siempre, el mismo, y las corrientes de su amor, son tan profundas, tan amplias y tan completas como siempre.

Los colores de las ansiedades de la vida y de las ardientes pruebas me hacen sentir la necesidad de las refrescantes influencias del río de su gracia.

Puedo ir enseguida y beber hasta saciarme de la inagotable fuente, pues sus aguas corren tanto en invierno como en verano.

Las fuentes de arriba nunca están escasas de agua, y las de abajo no pueden menguar.

Elías halló seco el arroyo de Cherit, pero Jehová seguía siendo el mismo Dios providente.

Job dijo que sus hermanos habían mentido como arroyos, pero halló que su Dios era un desbordante río de consolación.

El Nilo constituye la gran confianza de Egipto, pero sus inundaciones son variables.

Nuestro Señor es siempre el mismo.

Desviando el curso del Éufrates, Ciro tomó la ciudad de Babilonia, pero ningún poder humano ni infernal puede desviar la corriente de la gloria divina.

Los cursos de los antiguos ríos se hallaron secos y desolados, pero los ríos que nacen en las montañas de la divina soberanía y del infinito amor siempre estarán llenos hasta el borde.

Pasan las generaciones, pero la corriente de la gracia sigue inalterable.

El río de Dios canta con mayor razón lo que canta el arroyo en este verso: "Los hombres vienen y van, pero yo sigo siempre".

¡Cuán feliz eres, alma mía, por ser conducida a tan tranquilas aguas!

Nunca vayas a otras fuentes para que no oigas esta reprensión del Señor: "¿Que tienes tu en el camino de Egipto, para que bebas agua del Nilo?"

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