jueves, 23 de julio de 2015

||<< La imagen correcta >>||

(Por Ana María Frege Issa).
☆ Leer: Isaías 55:8 ☆

Una historia cuenta que un hombre trabajaba en su despacho cuando entró su hija pequeña al borde de un ataque de nervios, medio llorosa y compungida.

- ¿Qué pasa hija? ¿Por qué estás tan deprimida? – le preguntó su padre.

- ¡Es que mi mesa se desordena con demasiada facilidad! - Dijo la niña.

- Enséñamelo.

Fueron a la habitación de la niña y enseñándole la mesa le dijo: ¿Ves? Yo la ordeno, pero fácilmente se vuelve a desordenar.

El padre extrañado le dice: Enséñame cómo es la mesa cuando está ordenada.

La niña recogió todo, agrupó los lápices arriba a la derecha, una libreta arriba a la izquierda, una regla a la derecha, una goma de borrar abajo a la izquierda y así sucesivamente hasta que al fin, contenta, dijo sonriendo: - ¡Ya está!

El padre, extrañado pregunta: ¿Y si cambio los lápices, un poco a la izquierda?
- ¡Ah no Papi!
Así ya no está ordenada.

- ¿Y si tomo la goma de borrar y la coloco en el lugar de la regla?
- ¡Me la desordenas más!

- ¿Y si cambio de sitio la libreta y la pongo en el lugar de los lápices?

La niña, al borde de las lágrimas le dijo: ¡Papa!
¡Me estás desordenando toda la mesa!

- No, hija no, la mesa no está mal. Lo que pasa es que tú tienes muchas imágenes de una mesa desordenada, y sólo una de una mesa en perfecto orden.

Al igual que la niña, nosotros tenemos una imagen de cómo nos gustaría que fuera nuestra vida, de cómo sería perfecta.

Queremos hacer todo en base a esa imagen que tenemos en nuestra mente, buscamos que nuestras vidas sean iguales a lo que vimos en una película o la que vemos en los demás y cuando nos damos cuenta que no es como queremos nos desesperamos, nos angustiamos y deprimimos.

Otras veces hemos alcanzado lo que queríamos pero sucede algo que da un giro a nuestras vidas, un cambio inesperado, y creemos que el mundo se ha terminado, que ya no hay nada más, cuando en realidad, puede ser que Dios esté ordenando nuestras vidas para que lleguemos a ser lo que Él quiere que seamos.

Si tu vida no es exactamente igual a como la soñaste ó si ha sucedido algo que ha cambiado tus planes inmediatos, que ha reformulado todo lo que hacías y lo que tenías, no te desesperes, da gracias a Dios porque Él sabe lo que es mejor para ti y porque Él ve mucho más allá de lo que nosotros podemos ver.

“Mis pensamientos no se parecen en nada a sus pensamientos —dice el Señor—. Y mis caminos están muy por encima de lo que pudieran imaginarse”.
- Isaías 55:8.-

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||<< Una sustitución >>||

(Por Tim Gustafson)
☆ Leer: Salmo 32:1-11 ☆
"… Dije: Confesaré mis transgresiones al Señor…" (v. 5).

Julia estaba sentada en el patio de su casa reflexionando sobre una pregunta que la preocupaba: ¿debía escribir un libro?

Le había encantado escribir en un blog y hablar en público, pero sentía que Dios le pedía algo más.

«Le pregunté al Señor si quería que lo hiciera», comentó.

Empezó a preguntarse si Dios quería que escribiera sobre la adicción a la pornografía que padecía su esposo y de cómo estaba obrando el Señor en su vida y en su matrimonio, pero, después, pensó que podría ofenderlo públicamente. 

Entonces, oró: «¿Y si lo escribimos juntos?».

Le preguntó a su marido y él estuvo de acuerdo.

Aunque no reveló cuál era su pecado, el rey David manifestó públicamente sus luchas.

Incluso las expresó en una canción: «Mientras callé, se envejecieron mis huesos», y agregó: «Confesaré mis transgresiones al Señor» (Salmo 32:3, 5). 

No todos tienen que hacer públicas sus batallas privadas, pero, cuando David confesó su pecado, encontró paz y sanidad que lo inspiraron a adorar a Dios.

Julia y su esposo dicen que el proceso de escribir su historia tan personal los ha acercado más que nunca. 

¡Qué parecido a Dios, quien nos ama al punto de sustituir nuestra culpa, vergüenza y alejamiento por su perdón, ánimo y comunión!

¿Necesitas intercambiar tu culpa por el perdón de Dios? Él está escuchando.

Dios perdona a quienes se confiesan culpables.

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