(Por David. H. Roper)
☆ Leer: Salmos 104:16-25 ☆
«Todo lo hizo hermoso en su tiempo...» (Eclesiastés 3:11).
En las alturas de las montañas que están cerca de nuestra casa, hay un camino que se abre paso subiendo y bajando por la ladera de un empinado cañón.
Éste conduce a una corriente que pasa primero por una pila de piedras en forma de castillo, y luego corre suavemente por un bosque espeso y musgoso.
Es un área tranquila donde florecen las flores silvestres en una belleza frágil... un lugar apartado y poco frecuentado.
Incluso si nadie viera este lugar, seguiría siendo hermoso, porque Dios crea belleza por la belleza misma.
Pero lo maravilloso es que Él creó esta belleza para todo el que quiera recibirla, como expresión visible de su creatividad y amor.
Esa es la razón por la que miro la naturaleza y la exploro.
Adoro a Dios por este sosegado escondite y le doy gracias.
Igual que David exclamó: «¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová! Hiciste todas ellas con sabiduría; la tierra está llena de tus beneficios» (Salmos 104:24).
Me dan pena los que adoran la naturaleza misma y no conocen a Dios, su Creador. Cuando van a un lugar como éste, no tienen a quien darle gracias.
Los que conocemos a Dios lo reconocemos en la creación y siempre podemos darle gracias por mostrar su amor en tan hermosas maneras.
● La creación está llena de señales que apuntan al creador.
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