(Por el Pastor Mark Jeske).
● Leer: Hechos 9:36,37,39 (RV1960).
Una de las señales del tiempo en que vivimos es que va desapareciendo lentamente la capacidad de hacer costura en la casa.
Las mujeres trabajan fuera de casa y ya no tienen tiempo para adquirir esas habilidades.
Cada vez hay menos mujeres capaces de enseñar a las pocas que quieren aprender.
Además, la ropa de fabricación industrial es tan barata que la costura es a lo sumo un pasatiempo, no una necesidad económica.
Pero no era así en la época del Nuevo Testamento, toda la ropa se hacía a mano. Y en todo pueblo había gentes pobres que estaban vestidas literalmente de harapos.
Parece que Dorcas era una viuda anciana de la ciudad costera de Jope que expresó su fe cristiana mediante la confección de ropa y ayudando a los pobres.
“Había entonces en Jope una discípula llamada Tabita, que traducido quiere decir, Dorcas. Ésta abundaba en buenas obras y en limosnas que hacía. Y aconteció que en aquellos días enfermó y murió. Después de lavada, la pusieron en una sala. Levantándose entonces Pedro, fue con ellos; y cuando llegó, le llevaron a la sala, donde le rodearon todas las viudas, llorando y mostrando las túnicas y los vestidos que Dorcas hacía cuando estaba con ellas".
(vv. 36,37,39).
La resurrección de Dorcas es una historia magnífica, es una versión de demostración de lo que Dios va a hacer por todos los creyentes cuando regrese.
Pero Dorcas me encanta aun más por su corazón de sierva, una costurera que les dio ropa a los pobres.
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