jueves, 13 de agosto de 2015

||>> Un retrato de Jesús.

(Por David McCasland).
☆ Leer: Isaías 53:4-12 ☆
« … el Señor cargó en él el pecado de todos nosotros » (v. 6).

En uno de sus libros, "Robert Henkes" escribe: «Un retrato no es una fotografía ni un reflejo exacto». En realidad, va más allá de reflejar la apariencia externa; demuestra la profundidad emocional del alma.

En un retrato, un auténtico artista trata de «plasmar la esencia de la persona».

Durante siglos, se han hecho muchos retratos de Jesús. Quizás los hayas visto en una iglesia o museo; o, incluso, tengas uno en tu casa.

Por supuesto, ninguno es un retrato auténtico, ya que no tenemos una foto del aspecto físico de nuestro Señor.

Pero sí tenemos una descripción magnífica de Él en Isaías 53, inspirada por Dios, la cual capta vívidamente su esencia: «Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores […]. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; […] y por su llaga fuimos nosotros curados» (vv. 4-5).

Este pasaje nos permite ver en el rostro de Jesús, amor y tristeza, angustia y dolor. Sin embargo, sus labios no acusan ni condenan.

No tiene pecados propios que lamentar, sino que carga con los nuestros. Y, en lo más profundo, sabe que «verá el fruto de la aflicción de su alma» (v. 11).

¡Qué retrato maravilloso de nuestro Salvador!

● Jesús, ¡qué asombroso tu amor! Al pensar en lo maravilloso que eres, me inclino en silencio delante de ti. Solo Tu eres Digno. Digno de suprema alabanza. Digno de  toda adoración.

>> El amor se manifestó cuando Dios se hizo hombre.

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||>> Puertas y corazones abiertos.

(Por David C. Egner)
☆ Romanos 12:9-16 ☆
« Amaos los unos a los otros con amor fraternal... practicando la hospitalidad. » (v.10,13).

Viajé a Minsk, la capital de Bielorrusia, para hablar en una conferencia regional de pastores. 

Fue uno de esos viajes en que todo salió bien. Los aviones llegaron y salieron a tiempo. No hubo problemas para pasar por aduanas. Me trataron cálida y generosamente.

Mis anfitriones del viernes en la noche eran la familia del chofer, y me brindaron una bondadosa hospitalidad. 

Cuando me llevaron a su pequeño apartamento, su esposa y tres de sus hijos me dieron la bienvenida.

El mayor, un chico, y dos niñas más pequeñas, me entretuvieron mientras su mamá terminaba una buena, pero modesta cena que probablemente les costó el presupuesto alimentario de dos semanas. 

Luego, la hija mayor, "Anastasia", de 13 años de edad, llegó de su clase de dibujo.

Al poco rato, me estaba mostrando sus trabajos, y me ofreció un dibujo. Yo escogí uno con dos gatos, pues pensé que a mis nietos les gustaría. 

Después de cenar fuimos a un cuarto pequeño donde el chico me tocó el violoncelo. Luego "Anastasia" cantó una canción que había compuesto, y entonces todos cantamos.

Para un visitante que estaba lejos de su casa, extrañando a sus seres queridos y con un calendario bien agotador, el calor de aquella familia fue muy especial.

Cuando pienso en su amor y bondad, pido a Dios que me ayude a « practicar la hospitalidad » (Romanos 12:13) como lo hicieron ellos.

● La hospitalidad puede llenar el vacío de un corazón solitario. 

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||>> Arboles altos y enemigos pequeños.

☆ Lectura:
Eclesiastés 9:16-10:10 ☆

Comenzó como una planta diminuta en las laderas de las montañas rocosas de Colorado unos 500 años atrás.

Durante siglos fue un árbol muy alto, soportó fuertes vientos, relámpagos, tormentas de nieve y hasta avalanchas.

Sin embargo hoy, el que una vez fuera un árbol imponente, no es más que un montículo de madera que se está desmoronando.

¿Qué causó su desaparición?

Un enjambre de escarabajos lo atacó y lo desgastó hasta que aquel rascacielos de la naturaleza sucumbió a esos diminutos insectos y se vino abajo.

Esa es también la trágica historia de muchos creyentes.

Permanecen firmes para Dios por muchos años. Resisten tentaciones, crisis y son intrépidos en la encomienda o el ministerio que les fue previsto divinamente.

Pero los pecados pequeños comienzan a roer sus vidas: pequeñas mentiras, transigencias con la codicia, prepotencia y la lujuria en otras ocasiones, poco a poco van erosionando su carácter.  Y de repente caen.

Cantar de los Cantares 2:15 dice: “Atrapen todos los zorros, esos zorros pequeños, antes de que arruinen el viñedo del amor…”.

Este vivido versículo del Antiguo Testamento debería tocar una estrepitosa alarma en nuestras conciencias.

No debemos tolerar los pequeños males que corroen las raíces de nuestras vidas.

Si lo hacemos, nuestro testimonio por Cristo, que una vez fuera fuerte, se convertirá en una víctima silenciosa del pecado.

Reconozcamos esos “diminutos enemigos” o males a Dios ahora mismo, antes de que nos lleven a una gran caída.

Una caída grande comienza con un pequeño tropiezo.

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