viernes, 14 de agosto de 2015

||>> Somos familia.

(Por David C. McCasland)
☆ Leer: Efesios 4:1-13 ☆
«Solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz.» (v.3).

Los compañeros de equipo del difunto "Willie Stargell", le  llamaban «Pops» por su liderazgo tanto dentro como fuera del campo de béisbol.

En 1979 cuando Stargell llevó a los Piratas de Pittsburgh a su segunda victoria en la Serie Mundial, al equipo le pusieron el sobrenombre de «La Familia», por la estrecha relación que había entre ellos.

«Ganábamos, vivíamos y disfrutábamos como uno -dijo Stargell-. Moldeamos juntos docenas de personas distintas y las hicimos una sola fuerza laboral.

Éramos productos de diferentes razas, fuimos criados con diferentes niveles de ingresos, pero en los vestidores y en el campo, éramos uno.»

¿Nos describe eso a los seguidores de Cristo? 

Cuando la familia de Dios se reúna en el cielo, incluirá a creyentes «de todo linaje y lengua y pueblo y nación»
(Apocalipsis 5:9).

¡Qué maravillosa será esa reunión!

Hasta entonces, se nos instruye para que seamos «solícitos en guardar la unidad del Espíritu en el vínculo de la paz» (Efesios 4:3).

¿Cómo podemos hacer eso?

Viviendo «con toda humildad y mansedumbre, soportándoos con paciencia los unos a los otros en amor» (v.2).

Los cristianos somos increíblemente diferentes y diversos. Pero somos una familia.

Nuestro Padre Celestial nos llama a dejar de lado el prejuicio, el interés propio y el orgullo mientras trabajamos para lograr una unidad natural que le honre.

● Cristo crea la unidad en medio de la diversidad.

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||>> ¡Otra vez!

(Por Poh Fang Chia)
☆ Leer: 2 Tes. 2:13-17 ☆
« … Dios os haya escogido desde el principio para salvación… »  (v. 13).

Mientras leía el mensaje en mi teléfono, empezó a subirme la temperatura y me hervía la sangre.

Estaba a punto de responder con otro mensaje desagradable, cuando una voz interior me dijo que me calmara y que contestara al día siguiente.

Después de dormir bien, el tema que me había molestado tanto parecía una tontería.

Había reaccionado en forma desmedida porque no quería dar prioridad a las necesidades de otra persona.

No estaba dispuesta a incomodarme para ayudar a alguien.

Lamentablemente, estoy tentada a responder con enojo más a menudo de lo que me gustaría reconocer. 

Con frecuencia, tengo que poner en práctica verdades bíblicas conocidas, tales como «airaos, pero no pequéis» (Efesios 4:26), y «no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros» (Filipenses 2:4).

Menos mal que Dios nos ha dado su Espíritu, quien nos ayuda en nuestra batalla contra el pecado.

Los apóstoles Pablo y Pedro lo denominaron: «la santificación por el Espíritu» (2 Tesalonicenses 2:13; 1 Pedro 1:2).

Sin su poder, estamos indefensos y vencidos. Sin embargo, con Él, podemos alcanzar la victoria.

● Señor.Gracias por estar trabajando en mí. Quiero que cambies mi corazón; que me ayudes a escuchar y a colaborar contigo. A no ser solo oidor, sino también hacedor de Tú Palabra. A estar sensible a tu voz, y a obedecer, con temor santo, sin rechinchar, a todo lo que me pidas. Gracias por tanta paciencia conmigo. Y Sí. Te pido perdón Padre, por si a veced soy duro de cerviz.
Amén. 

>> El crecimiento espiritual del creyente es un trabajo de toda la vida.

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