domingo, 23 de agosto de 2015

||>> ¿Cómo escuchar a Dios?

(Por el Dr. Charles Stanley -
Ministerio en Contacto).
☆ Leer: Isaías 50:4-5 ☆

La mayoría hablamos mejor de lo que escuchamos, pero la comunicación con el Señor implica ambas cosas. 

Dios quiere que sus hijos escuchen su voz.

Su propósito es el mismo hoy, como lo ha sido siempre —asegurarse de que comprendamos la verdad acerca de Él, conformarnos a sus caminos, y equiparnos para comunicar su verdad a los demás.

Uno de los principales instrumentos que Dios utiliza para hablarnos hoy en día es su Palabra.

Por esta razón, el estudio de la Biblia es más importante que desayunar, almorzar y cenar cada día.

Podemos vivir con una sola comida diaria, pero no sobrevivir en este mundo impío a menos que nos deleitemos en las Escrituras. 

El resultado de un consumo regular de la Palabra de Dios es un espíritu de discernimiento.

Cuando el creyente dice algo que el Señor ha puesto en su corazón, nuestro espíritu verifica la veracidad del mensaje.

No importa qué tan fuerte nos hable Dios, no le escucharemos a menos que escuchar sea una prioridad para nosotros.

Debemos pedirle al Señor que nos enseñe a escuchar, para luego esforzarnos por tener una actitud de recogimiento.

Un “receptor” interno que esté en sintonía con el Padre celestial se desarrolla solamente por medio de la oración, la meditación y la práctica de escuchar; además, de un espíritu de sumisión para obedecer.

Dios anhela que tengamos un estilo de vida perceptivo, para que podamos escucharle en cualquier circunstancia.

Escuchar es una aptitud vital que nos ayuda a mantener nuestro corazón abierto en todo momento. 

Además de la alimentación proporcionada por nuestro banquete de la Palabra, hay también un “postre” —el reconocimiento de la voz de nuestro Padre.

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||>> Eso hacemos.

(Por Bill Crowder)
☆ Lectura: Salmo 112 ☆
«En el temor del Señor está la fuerte confianza; y esperanza tendrán sus hijos» ☆ Proverbios 14:26 ☆

Mi padre fue gravemente herido tras recibir un disparo en la pierna mientras guiaba como teniente segundo a sus hombres en Hill 609, en el norte de África, durante la Segunda Guerra Mundial. 

Después de eso, nunca volvió a estar físicamente al cien por ciento.

Yo nací varios años más tarde y, mientras fui joven, nunca supe que lo habían herido. Me enteré al tiempo, cuando alguien me contó. 

Aunque a mi padre siempre le dolía la pierna, nunca se quejaba ni usaba eso como excusa para no sustentar a su familia.

Mis padres amaban al Salvador y nos enseñaron a amarlo, confiar en Él y servirlo.

En tiempos buenos y malos, simplemente confiaban en Dios, trabajaban duro y nos amaban incondicionalmente. 

Proverbios 14:26 afirma que «en el temor del Señor está la fuerte confianza; y esperanza tendrán sus hijos».

Mi padre hizo eso por nuestra familia.

Al margen de las dificultades que enfrentó, nos brindo un lugar espiritual, emocional y físicamente seguro.

Como padres, podemos brindarle un lugar seguro a nuestra familia con la ayuda del Padre celestial y perfecto, cuyo amor a sus hijos es insondable y eterno.

¿Cómo ha sido Dios un Padre para ti? ¿De qué manera lo honras en tu familia?

El amor del Padre no conoce límites.

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