viernes, 24 de julio de 2015

||<< El aroma de la motivación >>||

(Por Dilean Canas)
☆ Leer: Juan 12:1-3 ☆
“Seis días antes de la pascua, vino Jesús a Betania, donde estaba Lázaro, el que había estado muerto, y a quien había resucitado de los muertos.
Y le hicieron allí una cena; Marta servía, y Lázaro era uno de los que estaban sentados a la mesa con él. Entonces María tomó una libra de perfume de nardo puro, de mucho precio, y ungió los pies de Jesús, y los enjugó con sus cabellos; y la casa se llenó del olor del perfume”.

El contexto de esta parte de la escritura nos explica que el lugar específico donde se encontraban en Betania era en la casa de Simón El leproso (Mr. 14.3-9).

Un hombre a quien Jesús le había liberado de una vergüenza increíble, y de su pecado (o el de sus padres), reflejado en una lepra, enfermedad que le hubiese llevado a la muerte.

Simón se convierte en un seguidor de Jesús, con justa razón y ahora lo vemos preparando una cena para su maestro y atendiéndolo.

El otro personaje en este aparte de la escritura, es Lázaro quien también estaba allí sentado a la mesa cenando con Jesús. 

Lázaro por su parte también tenía razones para servir a Jesús. No hace mucho tiempo atrás, Lázaro había enfermado terriblemente y esta enfermedad le causó la muerte.

Sin embargo, Jesús al tercer día, le resucita y le da vida y esperanza a un hombre que no tenía ninguna esperanza.

Sin duda alguna, estos dos hombres tenían los motivos suficientes para seguir a Jesús y entregarse a su servicio, sin embargo hay una mujer que no puede contar los testimonios de Simón y Lázaro, pero hace algo mucho mayor de lo que estos dos hicieron, lo cual nos hace preguntarnos qué la motivó a entregar semejante ofrenda a su maestro.

Maria no se sienta a comer con Jesús, ni se conforma con servirle y preguntarle si quiere más pan o si desea más agua, ella se acerca con toda humildad y derrama lo más valioso que puede hasta ese momento.

Un perfume de nardo puro que significaba el salario de todo un año.

Ella lava los pies de Jesús – trabajo del sirviente de la casa-.

Maria se humilla ante Jesús y reconoce que no le importa hacerse vil por amor a Él.

Esta mujer hace algo inusual, ella seca el perfume con su cabello (las mujeres respetables no soltaban su cabello en público), pero Maria tiene en poco lo que la sociedad pueda pensar y olvidándose de ella misma se concentra en Jesús y se entrega sin límites, sin vuelta atrás.

Con este acto, Maria pone su vida a los pies de Jesús, todo su pasado, su presente y aun su futuro, no dejando nada para ella. Lo entrega todo. 

Esta mujer fue la protagonista de uno de los actos que Jesús más elogió en su caminar en esta tierra, todo porque su motivación era la correcta: Jesús mismo la movió a hacer todo esto.

Muchas veces seguimos a Jesús por los milagros que hemos visto o las bendiciones que hemos recibido, pero la motivación correcta es JESUS.

Si tenemos presente que el hijo de Dios, se hizo hombre, renunció a su trono, a su honor, a su gloria y vino a habitar entre los hombres por amor a nosotros, sólo eso debe movernos a servirle, a humillarnos y entregarnos completamente.

Mientras María lava los pies de Jesús, el cuarto se llena de un olor fragante, y así debe ser cada vez que nos acerquemos a Jesús, que nuestra motivación sea como olor fragante a aquel que lo dio todo por nosotros.

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||<< Material milagroso >>||

(Por Mart De Haan)
☆ Leer: Isaías 46:1-10 ☆
"¿A qué, pues, me haréis semejante o me compararéis?…".
- Isaías 40:25.-

La CNN denomina «material milagroso» a un derivado del grafito que podría revolucionar nuestro futuro. 

Formado por un solo átomo, el grafeno se considera un material verdaderamente bidimensional en un mundo tridimensional.

Cien veces más fuerte que el acero, es más duro que el diamante, conduce la electricidad mil veces mejor que el cobre y es más flexible que el caucho.

Tales avances tecnológicos no son en sí ni morales ni malos, pero es prudente que recordemos las limitaciones de las cosas que elaboramos.

Isaías les habló a personas que estaban llevándose al cautiverio los dioses que habían hecho con sus propias manos.

El profeta quería que entendieran lo irónico que era buscar ánimo, ayuda, consuelo y protección en los ídolos de oro y plata que los propios israelitas habían tallado.

Lo que era cierto para el pueblo de Israel también lo es para nosotros.

Nada que hayamos hecho o comprado con nuestros propios medios puede suplir las necesidades de nuestro corazón.

Solo Dios, quien nos ha traído «desde el vientre» (Isaías 46:3-4), puede guiarnos hacia el futuro.

● Abba. Padre.
Gracias por el milagro de permitirnos poder tener una relación personal contigo. Ayúdanos a no depender de nuestros propios esfuerzos, fortaleza o posesiones, sino que solamente experimentemos tu amor y cuidado hacia nosotros.
Amén!

>> Un ídolo es todo aquello que ocupa el lugar que le corresponde a Dios. Seamos fieles y temerosos.

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