(Por el Pr. César Castellanos).
El rostro de Jesús quedó desfigurado por los cruentos golpes recibidos, a tal punto que su oración fue:
“Porque por amor a ti he sufrido afrenta; confusión ha cubierto mi rostro”.
- Salmo 69:7.-
Jesús soportó este dolor para que nosotros fuéramos libres del espíritu de rechazo, las injurias, el menosprecio y todo lo que haya tocado nuestra autoestima.
La sangre que brotó del rostro de Jesús cuando le arrancaron la barba representa el ser aceptado, porque quitarle su barba habla de una expresión de rechazo, verguenza, afrenta y humillación.
La sangre nos habla que, aunque otros nos hayan rechazado, el Señor nos acepta, cuando otros nos dieron la espalda, Él nos da su rostro, si alguien lo ha pisoteado,
Él nos levanta.
Él nos levanta.
Es la sangre de la aceptación y tiene gran poder porque brotó del rostro de Jesús.
=*=