(Por el Pastor Mark Jeske)
● Leer: Rut 1:16 (RV1960).
“Respondió Rut: No me ruegues que te deje, y me aparte de ti; porque a dondequiera que tú fueres, iré yo, y dondequiera que vivieres, viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.”.
Esas palabras son
muy frecuentes en las bodas.
Ciertamente, las palabras que pronunció Rut son maravillosas cuando las dice un novio cristiano a una novia cristiana y viceversa.
En realidad, fueron dichas por una extranjera, Rut la moabita, por una viuda joven a una viuda anciana.
El israelita Mahlón se había ido a Moab durante una hambruna en Israel y se casó con Rut. Pero murieron él, su padre y su hermano, dejando tres viudas.
Noemí, la mayor de ellas, decidió regresar a Israel para tratar de sobrevivir. Orfa se quedó en Moab cuando Rut dijo las anteriores palabras en un compromiso generoso y sacrificial con la mayor de las mujeres, así reveló su corazón de sierva; estaba dispuesta a dejar de lado su cultura, su familia, su religión ancestral, y su propiedad.
Cuando llegaron a Israel, Rut trabajó recogiendo espigas, apeló a Booz como pariente redentor, y él aceptó; y obtuvo una maravillosa esposa y compañera para toda la vida.
Comprendo muy bien por qué tantos padres cristianos les dan a sus hijas el nombre de Rut. Ella también está entre mis héroes.
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