jueves, 2 de julio de 2015

||<< Levanta la mano >>||

(Por Julie Ackerman Link)
☆ Leer: Jn. 4:7-15, 28-30 ☆
"… envió Dios a su Hijo […] para que el mundo sea salvo por él (Juan 3:17)".

El coro "Saint Olaf" es famoso por hacer buena música.

Una razón de su excelencia es el proceso de selección, ya que los postulantes no solo son elegidos por lo bien que cantan, sino también por cómo suenan en conjunto con los demás.

Otra razón es que todos hacen del coro su prioridad, y se comprometen a ensayar con rigurosidad y a cumplir con las presentaciones.

Algo que me intriga de este coro es lo que sucede en los ensayos: cuando alguien comete un error, levanta la mano.

En vez de tratar de esconder la equivocación, ¡avisa!.

Esto permite que el director ayude a cada integrante a aprender la parte difícil, lo cual permite que la interpretación sea perfecta.

Pienso que esta es la clase de comunidad que Jesús estaba estableciendo cuando le dijo a Nicodemo que Dios enviaba a su Hijo al mundo para salvarlo, no para condenarlo (Juan 3:17).

Poco después, se encontró junto a un pozo con una samaritana, y esta mujer no dudó en admitir su pecado cuando el Señor le prometió que disfrutaría de una vida mejor porque Él la perdonaba (Juan 4).

Como miembros del cuerpo de Cristo, no deberíamos tener miedo de admitir nuestros errores, sino tomarlo como una oportunidad de experimentar y disfrutar juntos el perdón divino.

● Señor, que no escondamos nuestras faltas, porque tú nos amas y nos perdonas.

>> Para dejar atrás nuestro pecado, tenemos que estar dispuestos a enfrentarlo.

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