☆ Lectura: Hechos 26:19-32 ☆
Tengo un buen amigo, es un próspero hombre de negocios, y le encanta contar el dramático cambio que ocurrió en su vida desde que recibió a Cristo como Salvador.
Muchas personas se han impresionado profundamente con su testimonio, sin embargo una vez una persona me dijo que lo consideraba “emotivo e irracional”.
Éste decía que hasta mi cordura era cuestionable debido a mi interés en lo que mi amigo contaba con tanta pasión, a saber su encuentro personal con Jesús.
Este escéptico realizaba el mismo error que cometía Festo, el gobernador romano contra Pablo.
Como Festo no se pudo identificar con la maravilla de un transformador encuentro con Cristo, desechó el testimonio del apóstol por irracional.
Festo debió haber escuchado a Pablo y admitido aunque sea para valoración, las palabras del apóstol.
Después de todo, Pablo hablaba “palabras de verdad y de cordura” (Hechos 26:25), y su testimonio era verificable “pues no se ha hecho esto en algún rincón” (Hechos 26:26).
En cuanto a mi amigo, su testimonio era respaldado por 20 años de una vida cambiada y nueva en Cristo Jesús.
Dios no nos pide que creamos en lo absurdo, pero sí exige que creamos lo que Él dice en la Biblia, la cual para nada es absurda.
Aún cuando no comprendamos plenamente los caminos de Dios, podemos descansar en la verdad de Su Palabra.
Y en Su Palabra, Dios promete cambiar nuestras vidas, cuando depositamos nuestra confianza en Él.
No confundas el ministerio divino, con la locura humana. Y en muchas ocasiones tendrás que verte obligado a cambiar y aceptar que estás equivocado(a).
La verdad de Dios y la sabiduría humana, no siempre transitan por la misma calle.
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