☆ Lectura: Santiago 2:14-26 ☆
Me contaba un amigo que llegando del trabajo se encontró en el mostrador de la cocina unas galletas de mantequilla de maní.
Junto a ellas había una nota de su hija de 12 años, que decía lo siguiente: “Querido papá, hice esto para ti, con amor tu hija Sofía”.
Nadie le dijo que las hiciese. No tenía que hacerlo. Simplemente las hizo.
Pero, ¿por qué? ¿Estaba ella tratando de ganarse su favor? ¿Estaba tratando de cerciorarse de que él la amaba? ¿Estaba tratando de ganarse puntos con su papá?
No. Sofía había preparado aquellas dulces galletitas sencillamente para mostrarle a su papá que le amaba.
Esto era una clara evidencia de su estrecha relación. Lo hizo porque era su papá, no para ganarse de alguna manera el derecho de ser su hija.
Eso mismo sucede con las buenas obras que deberíamos hacer como seguidores de Cristo.
No hacemos bunas obras para ganar un mejor lugar en el cielo. Más bien, nuestras buenas obras son evidencia de nuestra salvación, agradecimiento, amor y fe en Cristo.
Jesús hizo la obra completa de proveer salvación. Pero nosotros tenemos que hacer obras. ¿Por qué? No para ganarnos Su favor, sino para mostrar nuestro amor.
“Nosotros somos hechura suya; hemos sido creados en Cristo Jesús para realizar buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que vivamos de acuerdo con ellas.” (Efesios 2:10).
Las buenas obras son muestra de un corazón agradecido.
Servir a Jesús de buena gana, debe causarnos la mayor de las alegrías.
¿Y tú, en qué le sirves a Cristo?
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