lunes, 27 de julio de 2015

||<< Un corazón consagrado >>||

(Por acharles)
☆ Leer: 2 Cr. 17:1-11;20:32 ☆
"… haciendo lo recto ante los ojos del Señor (20:32)".

Un exitoso empresario cristiano nos compartió su historia en la iglesia.

Fué sincero sobre sus luchas con la fe y su gran riqueza, y declaró: «¡La riqueza me asusta!».

Citó la afirmación de Jesús: «es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios» (Lucas 18:25), y mencionó la historia del rico y Lázaro, en Lucas 16:19-32, en la que el rico termina en el infierno. 

La parábola del «joven rico» (Lucas 12:16-21) también lo perturbaba.

Pero, después, este empresario declaró: «He aprendido una lección de la conclusión de Salomón sobre la abundancia de riquezas: todo es “vanidad”» (Eclesiastés 2:11).

Salomón decidió no permitir que la riqueza se interpusiera en su devoción al Señor.

Su deseo era servirlo con sus bienes y ayudar a los necesitados.

A través de los siglos, Dios ha bendecido materialmente a algunas personas.

En 2 Crónicas 17:5, leemos sobre Josafat: «El Señor […] confirmó el reino en su mano […] y tuvo riquezas y gloria en abundancia».

Pero el rey no se enorgulleció, porque estaba consagrado de corazón al Señor (v. 6; ver también 20:32).

El Señor no está en contra de la riqueza, pero sí se opone a adquirirla de manera incorrecta y usarla mal.

Él es digno de la devoción de todos sus seguidores.

La gratitud genera satisfacción.

¿Por qué estás agradecido?

Con o sin riquezas, un corazón consagrado agrada a Dios.

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