viernes, 29 de abril de 2016

☆ Jesús en mi casa ☆

(Por Telma Céspedes).
“Porque hoy es necesario que
pose yo en tu casa.” - Lucas 19:5.-

La visita del Señor Jesús a Zaqueo nos lleva a nosotros a hacernos una pregunta:
¿Qué lugar ocupa Él en nuestra vida?

¿El es alguien que encontramos solo los domingo y fuera de casa?

¿Tal vez por el estado en que se encuentra nuestra casa, preferimos una cita con Él lejos de nuestra intimidad?

¿Es el invitado que se recibe en casa cuando se necesita ayuda o consejo, pero al que se olvida cuando todo va bien? O como El lo desea ¿es el invitado permanente, con quien uno comparte las alegrías y las penas, los éxitos y los problemas; las victorias y las derrotas?

¿Por qué no invitarías a Jesús
a que entre en tu casa?

Quizás quedan aun habitaciones "privadas", cuyas llaves guardas para que El no tenga acceso.

La llave de tu desván para que no descubra tus pensamientos secretos, resentimientos, envidias, amarguras, insatisfacciones.

La llave de tu caja fuerte para no confesarle la egoísta administración de tu dinero. 

La llave de tu biblioteca que contiene libros que no deberían estar allí , etc. 

Estarías dispuesto a abrirle a Jesús las puertas de tu casa, que El se pasee libremente, por las distintas habitaciones?

¿Podrías compartir con El tus conversaciones de familia, tus programas de televisión, tu tiempo navegando por internet?

Si de veras Jesús es el Señor de toda tu vida, debes regocijarte abriéndole toda tu casa y dejándolo penetrar en cualquier instante y en cualquier lugar, aun en el más pequeño rincón de tu corazón.

Él está dispuesto a poner orden, limpieza, armonía en tu casa. No dejes cuartos sin abrir. Deja que Dios se pasee y se sienta cómodo en tu hogar, pues que mejor compañía y seguridad podrías tener.

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”
- Apocalipsis 3:20.-















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jueves, 28 de abril de 2016

☆ ¿Qué realidad vivo? ☆


«La iglesia no es un museo de Cristianos perfectos sino un hospital de gente necesitada (John Osteen)», pero...

¿Somos conscientes (teniendo convicción del Espíritu Santo, si es que habita en nosotros) de la verdadera realidad que vivimos a nivel personal como creación respecto a nuestro Creador y en nuestro caminar diario?

«No todo el que me dice:
Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.»
☆ S. Mateo 7:21 (RV1960) ☆


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miércoles, 27 de abril de 2016

☆ Tu entrevista diaria ☆

(Por Soraida Fuentes).
«Por lo tanto, amados hermanos, les ruego que entreguen su cuerpo a Dios por todo lo que él ha hecho a favor de ustedes.
Que sea un sacrificio vivo y santo, la clase de sacrificio que a él le agrada. Esa es la verdadera forma de adorarlo.»
☆ Romanos 12:1 (NTV) ☆

El cuerpo es la estructura física y material del ser humano creado por Dios, complejo en su funcionamiento y de nuestra entera responsabilidad.

Cada uno es responsable de cuidarlo,
de darle la alimentación adecuada y fortalecerlo.

Nuestro cuerpo encierra mucho más que órganos, aloja también nuestros pensamientos, creencias, convicciones, recuerdos, intenciones, todos los sentimientos que se reflejan en nuestro comportamiento.

El presentarlo a Dios voluntariamente como un sacrificio vivo también es nuestra responsabilidad, piensa que si tienes una entrevista de trabajo muy importante ¿cómo te presentarás?, te darás una ducha, te arreglarás bien, te pondrás un buen traje limpio, y harás todo lo posible para dar una buena impresión a tu entrevistador, ya que necesitas el trabajo para tu sustento. 

Así como somos detallistas al momento de una entrevista, también sería mucho más bueno que lo seamos con Dios.

El nos ha dado todo para tener éxito en presentarnos con él; nos dio a Jesús para ser salvos, su palabra para hablarnos y conocerle y al Espíritu Santo para guiarnos.

Que cada día, nuestra conducta sea presentarnos a Él como ese sacrificio que nos pide: vivo, santo y agradable, y por su parte Él promete que transformará nuestra manera de pensar y lo mejor es que aprenderemos a conocer su voluntad.

«Pues yo sé los planes que tengo para ustedes —dice el Señor—. Son planes para lo bueno y no para lo malo, para darles un futuro y una esperanza.»
☆ Jeremías 29:11 (NTV) ☆




























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martes, 26 de abril de 2016

☆ Sin olvidarnos ☆


(Por Charles H. Spurgeon).
«Haced esto en memoria de mi.»
- 1ª Cor. 11:24.-

Parece, entonces, que los cristianos pueden olvidar a Cristo! No habría necesidad para esta afectuosa exhortación, si no hubiese una recelosa suposición de que nuestros recuerdos resultan traidores.

Esto no es una mera suposición, pues está demasiado confirmado en nuestra experiencia, no como una posibilidad, sino como un lamentable hecho. 

Parece casi imposible que los que han sido redimidos por la sangre del Cordero, y han sido amados por el eterno Hijo de Dios con un amor eterno, olviden a aquel precioso Salvador. 

Pero si esto alarma al oído, es, ¡ay!, demasiado evidente al ojo para que nos permita negar el crimen.

¡Olvidar al que nunca nos olvidó!

¡Olvidar al que derramó su sangre por nuestros pecados!

¡Olvidar al que nos amó hasta la muerte!

¿Será posible?
Sí, no solo es posible, sino que la conciencia confiesa (lo que es una lamentable falta nuestra), que nosotros permitimos que Jesús, como si fuera un viajero, quede con nosotros una sola noche. 

Jesús a quién tendríamos que considerar como el eterno objeto de nuestras memorias, es sólo un visitante.

La cruz, donde uno creería que permanece el recuerdo y donde la negligencia debería ser un intruso desconocido, es en cambio, profanada por los pies del olvido.

¿No te dice tu conciencia que ésta
es la verdad?

¿No notas en ti mismo
que te has olvidado de Jesús? 

Alguna cosa terrenal te roba el corazón y tu te olvidas de aquel en quien debiera tu afecto ser puesto.

Algún asunto carnal embarga tu atención, cuando en verdad, debieras fijar tus ojos en la cruz.

Es la constante agitación del mundo, la incesante atracción de las cosas terrenales, las que apartan el alma de Cristo.

Mientras la memoria reserve alguna venenosa mala hierba, la Rosa de Sarón se marchitará.

Resolvámonos a prender en nuestros corazones, con relación a Cristo, una celestial nomeolvides, y, cuando estemos propensos a olvidar a Cristo, tomémonos fuertemente de Él.

















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